Las partidas más brillantes de Mijaíl Tal (1936-1992) serán siempre una garantía de inmenso placer para el aficionado. Y por eso hay tantas en El Rincón de los Inmortales. Pero, además, tienen una doble función terapéutica: no sólo para evadirnos de las calamidades de este mundo, sino porque nos hacer ver con claridad cristalina que no debemos tener una fe ciega en los diagnósticos de las computadoras. Son casi siempre impecables desde el punto de vista científico, pero pueden ser engañosos si se aplican a partidas entre humanos.
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